Cena a la luz de la Luna |
Ingredientes:
- Una noche de maravillosa luna llena y cielo completamente despejado y estrellado.
- Un pequeƱo jardĆn.
- Una sombrilla decorada con luces de colores de Navidad.
- Dos velas de colores.
- Una vela espanta mosquitos.
- Una mesa de terraza y dos sillas.
- Un mantel de plĆ”stico adaptado para la situaciĆ³n.
- Una lata de gula del norte comprada en The Spanish Table.
- Un paquete de embutido comprado en The Spanish Table.
- Un paquete de queso comprado en el Marin French Cheese Company.
- Un cuarto de botella de Marques de CƔceres.
- Y como ingrediente principal, fundamental e indispensable: una enorme y gigantesca dosis de amor.
Con estos ingredientes, mezclados con un poco de mĆŗsica de Frank Sinatra mi mujer me sorprendiĆ³ anoche con una maravillosa cena a la luz de la luna. Fue el final perfecto para un dĆa perfecto.
El Lunes habĆa sido un dĆa de grandes sensaciones, fue muy sentimental mi despedida en Cisco, la verdad es que sentĆ gran amistad y cariƱo por parte de mis compaƱeros y jefes en mi adiĆ³s, quizĆ”s temporal, quizĆ”s no. Estuve con un nudo en la garganta, pero era el principio de algo que siempre habĆa deseado hacer.
Ayer fue un dĆa medio ajetreado, esperaba pasĆ”rmelo descansando tranquilamente en casa, un dĆa de transiciĆ³n, pero Marcela y yo estuvimos casi todo el dĆa fuera haciendo varias pequeƱas cosas necesarias para nuestro dĆa a dĆa. Llegamos a media tarde a casa, habĆamos cenado en Five Guys unas hamburguesas, asi que una cena no estaba en mis planes.
SalĆ a correr un rato, ya se sabe, mens sana in corpore sano. Una ducha para calmar el sudor de un dĆa bien caluroso en Petaluma.
Y en eso que estaba tranquilamente mirando y respondiendo e-mails de amigos, conocidos y familiares con cientos de miles de preguntas, empiezo a escuchar mĆŗsica de Frank Sinatra que llega del salĆ³n. Me imagine que era Marcela escuchando algĆŗn video. Me levantĆ© de mi silla y salĆ para darle un beso cariƱoso, la verdad es que somos una pareja bien melosa, que le vamos a hacer.
Cuando me dirigĆa al salĆ³n me pareciĆ³ ver luces en la terraza. Cuando lleguĆ©, encontrĆ© todo apagado, Marcela no estaba en el salĆ³n, pero la mĆŗsica venĆa de la terraza. AllĆ, a la luz de las luces de colores y las velas, a la sombra de una increĆble luna y con millones de estrellas en la carpa del cielo de la noche, estaba esperĆ”ndome mi bellĆsima y adorada Marcela con una copa de vino en la mano. Una sorpresa mĆ”s. Una noche mĆ”s amando desesperadamente a mi maravillosa mujer.
La mesa esta lista. |
Gracias Marcela. Gracias por hacer de mĆ el hombre mĆ”s feliz del mundo. Te amo.
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